viernes, 6 de diciembre de 2013

TRAS LOS PASOS de Clara Glasser en Florida, Vicente López

Hace unos cuantos años nací en Olivos, Vicente López, una comunidad del Gran Buenos Aires, pero me crié en Florida, un enclave que también forma parte del partido de Vicente. López.   Y por esa razón, no es casualidad que la trama de El Expediente Glasser tenga lugar en esa localidad.  Clara Glasser, la protagonista  vive y trabaja ahí. Sus hijos van a colegios de la zona y ella hace las compras en el vecindario.  Es así como conoce a sus carismáticos interlocutores: Alcides y Asima.

En el día de hoy, grata fue mi sorpresa cuando descubrí que la revista local Oh La Lá le había dedicado una nota a Florida, el apacible y querido barrio de mi infancia devenido reducto de avances gastronómicos, moda y buen pasar.

A continuación, destaco dos sitios floridenses mencionados en El Expediente Glasser.


LA PANADERÍA

Clara Glasser acude a la panadería La Estrella del Sur cada vez que necesita pan, masas para el té,  un traslado a otra dimensión o un contacto inmediato con sus amigos exoterrenales.  La foto que sigue muestra la panadería Dulce María, un establecimiento similar a la Estrella del Sur y que si bien no existía en 1971, el año de Clara, consigue retraernos a esa época gracias al viejo teléfono negro que despliega sobre el mostrador.  No me cabe duda que la Dulce Marìa de estos tiempos modernos ofrece el mismo o tal vez un mejor surtido de todas las delicias que una ocupadísima enfermera y ama de casa como Clara Glasser podía comprar. 


Panadería y confitería Dulce María
San Martín 2101, Florida, Buenos Aires
Foto:  Revista Oh La Lá
 Capítulo 38, páginas 167-168:

"Conmovida hasta el tuétano, regresé a la panadería.  ¡Cómo no se me había ocurrido antes!  Para estas horas los hermanos ya habrían dispuesto que la alfombra mágica me llevara hasta ellos.  Entré y esperé unos minutos  No ocurrió nada.
La empleada me preguntó si quería llevar algo.
Yo la escuché como si me hubiesen encapsulado en un segmento de película sin sonido.  ¿Por qué no aparecían ellos, así, de repente, como lo hacían antes?  ¿Por qué no me enviaban instrucciones, mensajes?

Me recuperé y le pedí un kilo de masas.  Para mamá, para el té. "




LA PLACITA, junto a la estación Florida del ferrocarril Mitre.

Aquellos familiares y amigos con quienes compartí mi infancia no dejan de agradecerme el haber hecho de nuestra querida placita una protagonista más, aunque en ocasiones se nos presente siniestra y transfigurada.

En la foto vemos los mismos bancos; y al fondo, la calesita.  Sin embargo, el lugar ha cambiado.  Se destaca alguna modernidad y con ella, un descuido general que nos duele en el corazón porque los canteros de flores han desaparecido.

En esta placita, Clara se reúne con "los hermanos" y luego se desplaza al bullicioso café, mientras los malignos emisarios  la vigilan y traman su caída.  Hacia el final de la novela, ella regresa al lugar y recuerda los momentos felices de una vida que está a punto de perder.

Pequeña plaza junto a la estación Florida del ferrocarril Mitre
Foto: Revista Oh La Lá


Capítulo 38, página 166:

"Continué buscándolos.  En vano.  No tenía su dirección ni número de teléfono.  Nada de eso existía.  Se alojaban, habían dicho, en obras de construcción o en una de sus bases.  Me quedaba revisar un lugar más.  Ese horrible café, enfrente de la placita de la estación.  Diligente, caminé las diez cuadras por la avenida San Martín.

Me acercaba a la estación cuando a lo lejos escuché la musiquita de la calesita municipal.  Eran horas del mediodía y aun así me la imaginé desbordada de chicos como cuando los llevaba a Pablito y a Mónica.  Seguí caminando, pero no dejó de perseguirme la cancioncita, tan tonta y tan llena de recuerdos."



 Violeta Balián (2013)

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